Las condiciones en las trincheras eran a menudo espantosas. Los soldados vivían en el barro y la inmundicia, y estaban constantemente bajo el fuego de la artillería enemiga. Las enfermedades y la desnutrición eran comunes, y muchos soldados murieron por estas causas más que por el combate.
La guerra de trincheras también fue muy costosa en términos de vidas humanas. Millones de soldados murieron o resultaron heridos en las trincheras, y muchos más quedaron traumatizados por sus experiencias.
A pesar de las terribles condiciones, la guerra de trincheras era una forma muy eficaz de defender una posición. Las trincheras proporcionaban cobertura del fuego enemigo y dificultaban el avance del enemigo. Como resultado, la guerra de trincheras a menudo terminaba en punto muerto, sin que ninguno de los bandos pudiera obtener una ventaja significativa.
La guerra de trincheras llegó a su fin con el desarrollo de nuevas armas, como tanques y aviones. Estas armas permitieron atravesar las trincheras y avanzar hacia el enemigo. La Primera Guerra Mundial terminó en 1918, después de cuatro años de sangrienta guerra de trincheras.