El objetivo principal era encontrar una ruta alternativa a Asia, sin pasar por el Medio Oriente controlado por los musulmanes. Al hacer esto, esperaban reducir su dependencia de los otomanos y otros estados musulmanes, que a menudo cobraban peajes elevados y cobraban fuertes impuestos a los comerciantes europeos que buscaban acceder a Oriente.
En busca de bienes preciosos:
Los europeos también anhelaban tener acceso a las preciadas materias primas de Asia. Esto incluía especias como canela, nuez moscada, clavo, así como seda, porcelana y gemas. Estos productos eran muy valorados y podían alcanzar un precio elevado en los mercados europeos. Encontrar rutas directas habría permitido a los europeos evitar a los intermediarios y así disfrutar de mayores márgenes de beneficio.
Para difundir el cristianismo
Además, la búsqueda de una ruta occidental fue impulsada por el deseo de los misioneros de difundir el cristianismo a nuevos territorios. Al establecer una nueva ruta, los europeos creían que tendrían más posibilidades de convertir a más personas, especialmente en regiones como India y China, donde las redes comerciales establecidas podrían permitir un acceso y una penetración más fáciles.
Curiosidad geográfica
El espíritu de exploración y descubrimiento también influyó. Los europeos estaban ansiosos por aprender más sobre el mundo más allá de su propio continente y descubrir nuevas tierras, pueblos y culturas. La promesa de territorios inexplorados y riquezas potenciales sirvió como motivación adicional para estas empresas.