- Aumenta la eficiencia del cultivo de la tierra, permitiendo a los agricultores producir más alimentos con menos esfuerzo.
- Ayuda a romper suelos arcillosos pesados, lo que facilita la plantación de semillas.
- Revuelve el suelo, permitiendo que el oxígeno y el agua lleguen a las raíces de las plantas.
- Arranca las malas hierbas que compiten con los cultivos por nutrientes y agua.
- Ayuda al suelo a retener la humedad, reduciendo la necesidad de riego.