Sequía:
La sequía es una de las causas más comunes de pérdida de cosechas en verano. Cuando no hay suficiente agua disponible, las plantas no pueden absorber los nutrientes que necesitan para crecer. Esto puede provocar un retraso en el crecimiento, marchitamiento y, finalmente, la muerte.
Calor:
El calor extremo también puede dañar los cultivos. Las altas temperaturas pueden hacer que las plantas pierdan agua a través de sus hojas, provocando deshidratación y marchitez. El calor también puede dañar el tejido de las plantas, haciéndolas más susceptibles a enfermedades y plagas.
Salve:
El granizo puede causar daños importantes a los cultivos, especialmente si ocurre durante las primeras etapas de crecimiento. El granizo puede derribar plantas, dañar hojas y tallos e incluso matar plantas enteras.
Viento:
Los vientos fuertes pueden dañar los cultivos al romper tallos y ramas y arrastrar la tierra y el mantillo. El viento también puede propagar enfermedades y plagas.
Plagas de insectos:
Las plagas de insectos pueden dañar los cultivos al comerse hojas, tallos y raíces. Algunos insectos también transmiten enfermedades que pueden dañar o matar los cultivos.
Enfermedad:
Las enfermedades pueden causar una variedad de síntomas en los cultivos, incluido el marchitamiento, el amarillamiento y el retraso en el crecimiento. Algunas enfermedades también pueden matar los cultivos.
Deficiencias de nutrientes:
Las deficiencias de nutrientes pueden ocurrir cuando los cultivos no tienen acceso a los nutrientes que necesitan para crecer. Esto puede deberse a una variedad de factores, incluida la mala calidad del suelo, la fertilización inadecuada y la sequía.
Al comprender los factores que pueden provocar que los cultivos dejen de crecer en verano, los agricultores pueden tomar medidas para proteger sus cultivos y garantizar una cosecha exitosa.