La Guerra de los Siete Años fue uno de los conflictos más costosos de la historia británica y dejó al país con una asombrosa deuda de más de 140 millones de libras esterlinas. Esta deuda equivalía aproximadamente al 150% del PIB anual del país y planteaba una grave amenaza a la estabilidad de la economía británica.
Durante la guerra, Gran Bretaña también aumentó significativamente sus impuestos, lo que provocó un descontento generalizado entre la población. El gobierno se enfrentó al desafío de cómo reducir la deuda nacional sin alienar más al público.
Para abordar el problema, el gobierno británico tomó varias medidas, entre ellas:
- Recortar el gasto militar.
- Imponer nuevos impuestos
- Aumento del endeudamiento del Banco de Inglaterra.
- Emisión de nuevos bonos
- Vender tierras de propiedad estatal.
- Fomentar el crecimiento económico.
Estas medidas ayudaron a reducir la deuda nacional, pero la economía británica tardó varios años en recuperarse completamente de la guerra.