Nacionalismo y simbolismo imperial: El gobierno Meiji enfatizó la importancia del emperador y la unidad nacional. Propagaron la ideología de "Kokutai" o la línea ininterrumpida de emperadores, que promovía el estatus y la autoridad del emperador como símbolo de la nación. Esto creó un sentimiento de lealtad y reverencia hacia el emperador, uniendo las diversas regiones y pueblos bajo un símbolo común.
Gobernanza centralizada: La restauración condujo al establecimiento de una estructura de gobierno central moderna, que reemplazó el sistema descentralizado del shogunato. El gobierno trabajó para unificar los sistemas administrativo y legal, creando un sentido de gobernanza compartida y promoviendo una identidad nacional.
Modernización e Industrialización: El gobierno Meiji buscó una rápida modernización e industrialización para fortalecer el país. Esto resultó en el desarrollo de infraestructura de transporte, industrias y redes de comunicaciones, que conectaron diferentes partes de Japón, facilitando la interacción económica y el intercambio cultural. Estos esfuerzos modernizadores contribuyeron a una sensación de progreso colectivo y orgullo nacional.
Sistema Educativo Nacional: El gobierno implementó un sistema educativo nacional que tenía como objetivo cultivar un lenguaje, valores y narrativas históricas comunes entre la población. A través de libros de texto, ceremonias y planes de estudio estandarizados, se promovió una identidad nacional compartida, fomentando un sentido de unidad y propósito entre los ciudadanos.
Conscripción y servicio militar: El gobierno Meiji instituyó un sistema de servicio militar obligatorio, haciendo obligatorio el servicio militar para los hombres jóvenes. Esta experiencia de servir juntos en un ejército nacional fomentó la camaradería, la disciplina y el sentido del deber nacional, contribuyendo a un sentido más fuerte de identidad y solidaridad nacional.
Occidentalización y endeudamiento selectivo: El gobierno Meiji adoptó elementos de instituciones e ideas occidentales manteniendo al mismo tiempo los valores tradicionales japoneses. Esta "occidentalización selectiva" permitió a Japón modernizarse sin perder su identidad cultural. Tomar préstamos de otras naciones, conservando al mismo tiempo las tradiciones japonesas, facilitó el aprendizaje mutuo, el aprecio y un sentido único de identidad nacional.
En resumen, la Restauración Meiji y las reformas posteriores promovieron la unidad y la identidad nacional entre Japón a través de la gobernanza centralizada, la modernización, la educación, el servicio militar y un fuerte énfasis en el simbolismo y las tradiciones nacionales. Estos factores ayudaron a crear un sentido de propósito común, orgullo y pertenencia entre la población japonesa, contribuyendo al desarrollo de una nación cohesionada y una identidad nacional distinta.