Hay muchas razones por las que un Estado podría optar por participar en una guerra limitada en lugar de una guerra total. Por ejemplo, un Estado podría estar preocupado por el riesgo de una escalada a un conflicto mayor, o podría querer evitar víctimas civiles. En algunos casos, la guerra limitada puede utilizarse como una forma de lograr objetivos políticos o militares específicos sin recurrir a una guerra a gran escala.
El concepto de guerra limitada ha existido durante siglos, pero cobró importancia en el siglo XX, cuando se libraron varios conflictos importantes entre estados que no querían o no podían comprometerse a una guerra total. La Guerra Fría, por ejemplo, se caracterizó por una serie de guerras limitadas, como la Guerra de Corea y la Guerra de Vietnam.
En los últimos años, se ha seguido utilizando la guerra limitada como forma de gestionar los conflictos entre estados. Por ejemplo, Estados Unidos ha participado en guerras limitadas en Irak y Afganistán en un esfuerzo por lograr objetivos políticos y militares específicos.
Es un tema de debate si la guerra limitada es o no una forma eficaz de lograr objetivos políticos o militares. Algunos sostienen que la guerra limitada puede ser una herramienta útil para gestionar conflictos sin recurrir a la guerra total, mientras que otros sostienen que puede ser ineficaz y contraproducente.
En última instancia, la decisión de participar o no en una guerra limitada es compleja y debe tomarse caso por caso.