A medida que el agua fluye a través de un río, ejerce presión en las orillas exteriores de las curvas. Esta presión provoca erosión, lo que hace que las orillas exteriores retrocedan y que el río se curve aún más. Al mismo tiempo, los sedimentos se depositan en las orillas interiores de las curvas, donde el flujo de agua es más lento. Este proceso continúa en el tiempo, dando como resultado la formación de bucles serpenteantes.
El tamaño, la forma y la complejidad de los meandros de los ríos pueden variar según las características del río y el paisaje circundante. Los ríos serpenteantes a menudo ocurren en áreas relativamente planas con pendientes suaves, donde el río tiene más libertad para moverse lateralmente. La sinuosidad de un río, que es la relación entre la longitud del río y la distancia en línea recta entre su nacimiento y su desembocadura, proporciona una medida de cuán serpenteante es un río.
Los meandros de los ríos son características dinámicas que pueden cambiar con el tiempo en respuesta a cambios en el flujo de agua, la carga de sedimentos y otros factores. Desempeñan un papel importante en los procesos naturales de erosión y deposición, así como en la creación de diversos hábitats para ecosistemas acuáticos y ribereños.