El desencadenante inmediato de la Gran Depresión fue la caída del mercado de valores el 29 de octubre de 1929. Este evento, conocido como Martes Negro, hizo que el valor de las acciones en la Bolsa de Nueva York se desplomara un 12%, eliminando millones de dólares en riqueza.
Corridas bancarias
La caída del mercado de valores provocó un pánico generalizado y una pérdida de confianza en el sistema financiero. Esto resultó en una ola de corridas bancarias, cuando los depositantes se apresuraron a retirar su dinero de los bancos. La consiguiente crisis de liquidez provocó la quiebra de muchos bancos, lo que erosionó aún más la confianza pública y redujo la oferta de dinero disponible para préstamos.
Sobreproducción y estancamiento industrial
La rápida expansión de la economía estadounidense durante la década de 1920 había llevado a una situación de sobreproducción, en la que la oferta superaba a la demanda en muchas industrias. Esto contribuyó a una disminución de la producción fabril y un aumento del desempleo.
Altas tasas de interés
En un esfuerzo por frenar la especulación y controlar la oferta monetaria, la Reserva Federal aumentó las tasas de interés a fines de la década de 1920. Si bien esto pudo haber sido una medida prudente en teoría, tuvo la consecuencia no deseada de dificultar que las empresas y los individuos obtengan dinero prestado.
Ley de Tarifas Smooth-Hawley
En un intento por proteger la industria estadounidense, Estados Unidos aprobó la Ley Arancelaria Smoot-Hawley en 1930. Esta ley elevó los aranceles sobre los bienes importados a niveles récord, lo que provocó un aumento de los aranceles de otros países. La guerra comercial resultante redujo aún más el comercio internacional y empeoró la crisis económica mundial.
Recipiente para el polvo
En la década de 1930, una grave sequía azotó el sur y el centro de Estados Unidos y provocó pérdidas generalizadas de cosechas. Este desastre medioambiental, conocido como Dust Bowl, también contribuyó a las dificultades económicas de la época.