Uno de los opositores más acérrimos a la propuesta de Wilson fue el senador Henry Cabot Lodge, presidente republicano del Comité de Relaciones Exteriores del Senado. Lodge argumentó que Estados Unidos no debería unirse a la Liga de Naciones, una organización internacional que Wilson había ayudado a crear, porque infringiría la soberanía estadounidense. También se opuso a los planes de Wilson de enviar tropas estadounidenses a Europa para ayudar a hacer cumplir los tratados de paz que se habían firmado al final de la guerra.
A pesar de la oposición de Lodge, Wilson pudo convencer al Senado de que ratificara el Tratado de Versalles, que puso fin oficialmente a la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, el Senado se negó a aprobar la membresía estadounidense en la Liga de Naciones. Esta decisión paralizó efectivamente a la Liga, que carecía del apoyo de Estados Unidos, su miembro potencial más poderoso.
El debate sobre la propuesta de Wilson de un papel más activo en los asuntos mundiales reflejó las profundas divisiones que existían en la sociedad estadounidense en ese momento. Estas divisiones continuarían influyendo en la política exterior estadounidense durante muchos años.
Al final, los estadounidenses se mostraron cautelosos a la hora de abrazar la visión de Wilson de un papel más activo en los asuntos mundiales. En cambio, siguieron una política de aislacionismo, con el objetivo de mantenerse al margen de los conflictos extranjeros y centrarse en las cuestiones internas.