El optimismo que siguió a la guerra condujo a esfuerzos internacionales para promover la paz. Un resultado notable fue el establecimiento de la Liga de Naciones, una organización global diseñada para resolver conflictos a través de la diplomacia y la seguridad colectiva. Sin embargo, el idealismo disminuyó a medida que surgieron nuevos conflictos, incluido el ascenso del fascismo y el estallido de la Segunda Guerra Mundial dos décadas después. A pesar de no lograr una paz duradera, la frase "guerra para poner fin a todas las guerras" sirvió como un potente recordatorio del sufrimiento causado por la guerra y la aspiración de evitar conflictos futuros.