Tras la invasión de Polonia, Gran Bretaña y Francia, que previamente habían emitido garantías para apoyar la independencia de Polonia, declararon la guerra a Alemania. Esto desencadenó una reacción en cadena cuando los aliados de ambos lados del conflicto se vieron arrastrados a la guerra. A finales de septiembre de 1939, la guerra se había expandido para incluir a otros países europeos y, finalmente, se convirtió en un conflicto global que involucraba a múltiples continentes.