Por un lado, la Primera Guerra Mundial ejerció una gran presión sobre la economía y la sociedad rusas, lo que provocó un descontento y malestar generalizados. Este descontento fue un factor importante en el estallido de la revolución en febrero de 1917.
Por otro lado, la Revolución Rusa tuvo un profundo impacto en la Primera Guerra Mundial. El colapso del Imperio Ruso eliminó de la guerra a una de las principales potencias aliadas, y esto dio a las Potencias Centrales una ventaja significativa. La revolución también inspiró un sentimiento contra la guerra en otros países, y esto contribuyó al final de la guerra en 1918.