En noviembre de 1979, un grupo de estudiantes y militantes iraníes, motivados por la Revolución iraní y el derrocamiento del Sha, tomaron la embajada de Estados Unidos en Teherán. Los captores mantuvieron a 52 rehenes estadounidenses durante 444 días.
Comienza la crisis de los rehenes
El 4 de noviembre de 1979, estudiantes y militantes iraníes irrumpieron en la embajada de Estados Unidos en Teherán. Tomaron el control del recinto de la embajada y capturaron a 52 miembros del personal estadounidense, incluidos diplomáticos y personal de la embajada. Los secuestradores exigían el regreso del Sha depuesto, Mohammad Reza Pahlavi, que estaba recibiendo tratamiento médico en Estados Unidos.
Esfuerzos internacionales
El gobierno iraní inicialmente apoyó la toma de rehenes, refiriéndose a ella como un "acto revolucionario". Estados Unidos, encabezado por el presidente Jimmy Carter, condenó la toma y buscó vías diplomáticas para la liberación de los rehenes. Se realizaron esfuerzos internacionales a través de las Naciones Unidas y otros canales, pero las negociaciones resultaron desafiantes debido a la compleja dinámica política en Irán.
Intento de rescate
En abril de 1980, Estados Unidos intentó una audaz misión de rescate para liberar a los rehenes. La misión, conocida como Operación Garra de Águila, implicó un plan complejo para aterrizar helicópteros en un campo de fútbol cercano y extraer a los rehenes. Sin embargo, debido a fallas en el equipo y una tormenta de arena imprevista, la misión fracasó y ocho militares estadounidenses murieron.
Negociaciones y Liberación
A lo largo de 1980 y 1981 continuaron negociaciones prolongadas, que involucraron intermediarios y canales diplomáticos entre Estados Unidos e Irán. La presión internacional, incluidas las sanciones económicas, influyó en los esfuerzos en curso para lograr la liberación de los rehenes.
Finalmente, en enero de 1981, se llegó a un acuerdo entre los gobiernos de Estados Unidos e Irán. El Sha salió de Estados Unidos hacia Panamá y se descongelaron los activos del antiguo régimen iraní. El 20 de enero de 1981 los rehenes fueron liberados y partieron de Teherán.
Consecuencias
La crisis de los rehenes tuvo un profundo impacto en las relaciones entre Estados Unidos e Irán, alimentando décadas de desconfianza y animosidad. Contribuyó significativamente a la percepción negativa de Irán en Estados Unidos y dio forma a futuras interacciones diplomáticas entre los dos países. La crisis también provocó una reevaluación de la política exterior de Estados Unidos y destacó los desafíos de lidiar con situaciones de rehenes.
La experiencia de los rehenes estadounidenses durante su cautiverio fue variada. Algunos fueron sometidos a abuso físico y psicológico, mientras que otros pudieron mantener un sentido de resiliencia mediante diversos mecanismos de afrontamiento, como formar grupos de apoyo y comunicarse con sus familias mediante cartas codificadas. La terrible experiencia de los rehenes llamó la atención sobre la importancia de la diplomacia de rehenes y las consideraciones éticas involucradas en el manejo de tales situaciones.