1. Luchas de poder regionales: A finales de la dinastía Han del Este, surgieron poderosos señores de la guerra regionales que desafiaron la autoridad del gobierno central. Controlaban grandes territorios, tenían sus propios ejércitos y, a menudo, entablaban conflictos entre ellos y con la corte imperial. Estas luchas de poder debilitaron la unidad y cohesión del imperio.
2. Corrupción y mala gestión: Muchos de los señores de la guerra y sus subordinados incurrieron en corrupción y mala gestión. Impusieron fuertes impuestos al pueblo, tomaron el control de la tierra y explotaron a la gente común. Esto provocó un descontento y resentimiento generalizados entre la población, erosionando aún más la legitimidad de la dinastía Han.
3. Agotamiento militar: La guerra constante entre los señores de la guerra agotó los recursos y la mano de obra del imperio. El ejército imperial a menudo fue derrotado o debilitado en batallas con las fuerzas de los señores de la guerra. Este agotamiento militar dejó a la dinastía vulnerable a amenazas externas, como invasiones de tribus nómadas.
4. Rebelión del Turbante Amarillo: En 184 d.C., estalló la rebelión de los turbantes amarillos como respuesta a la corrupción y opresión bajo la dinastía Han. Aunque la rebelión finalmente fue reprimida, desestabilizó aún más el país y allanó el camino para el surgimiento de los señores de la guerra. Muchos de los señores de la guerra inicialmente ganaron prominencia como líderes de los grupos rebeldes de los Turbantes Amarillos.
5. Colapso de la Autoridad Central: A medida que los señores de la guerra se hicieron más fuertes, la autoridad central de la dinastía Han se volvió cada vez más débil e ineficaz. La corte imperial perdió su capacidad de controlar a los señores de la guerra y mantener el orden en el imperio. Esta decadencia de la autoridad central condujo finalmente a la fragmentación de China en numerosos reinos y territorios independientes.
6. Pérdida del Mandato del Cielo: El Mandato del Cielo, la creencia tradicional china de que el emperador gobernaba con la aprobación de poderes divinos, fue crucial para la legitimidad de la dinastía. El constante caos, guerra y desgobierno durante la era de los señores de la guerra erosionaron la fe del pueblo en el derecho de la dinastía a gobernar. Esta pérdida del Mandato del Cielo debilitó aún más a la dinastía Han y la hizo vulnerable al derrocamiento.