Como resultado del gran número de víctimas, se establecieron hospitales de campaña cerca del frente para brindar atención inmediata a los soldados heridos. Estos hospitales a menudo estaban superpoblados, carecían de personal y carecían de saneamiento y suministros médicos adecuados. Debido a la falta de conocimientos médicos modernos, muchos soldados heridos sucumbieron a infecciones y enfermedades en lugar de a sus heridas iniciales.
La falta de atención médica adecuada también provocó amputaciones generalizadas. Los cirujanos, que a menudo trabajan bajo presión extrema y con recursos limitados, amputaban miembros para evitar la propagación de infecciones o salvar la vida del soldado. Se estimó que la tasa de amputaciones durante la Guerra Civil rondaba el 30%, mucho más alta que en conflictos anteriores.
Además, muchos soldados heridos fueron capturados y hechos prisioneros por el bando contrario. Los campos de prisioneros de guerra estaban notoriamente superpoblados, eran insalubres y carecían de atención médica adecuada. Las enfermedades, el hambre y el abandono provocaron una alta tasa de mortalidad entre los prisioneros de guerra, y algunos campos informaron tasas de mortalidad de hasta el 30%.
La experiencia de los soldados heridos durante la Guerra Civil estuvo marcada por un inmenso sufrimiento, una atención médica limitada y un alto riesgo de muerte. A pesar de los avances de la medicina, la Guerra Civil sigue siendo uno de los conflictos más mortíferos de la historia de Estados Unidos.