El esfuerzo bélico requirió un aumento masivo de la producción industrial y el gobierno tomó medidas para coordinar y controlar la economía. Esto llevó a la creación de nuevas agencias gubernamentales, como la Junta de Industrias de Guerra, que supervisaba la asignación de recursos y la producción de materiales de guerra. La guerra también estimuló el crecimiento de la industria estadounidense, particularmente en las áreas del acero, la construcción naval y las municiones.
Además de movilizar la economía, la guerra también provocó un aumento significativo del tamaño del ejército estadounidense. Millones de hombres fueron reclutados para el servicio y el gobierno también creó nuevas organizaciones de voluntarios, como la Fuerza Expedicionaria Estadounidense (AEF), que luchó en Europa. La guerra también tuvo un impacto importante en la sociedad estadounidense, ya que un gran número de mujeres ingresaron a la fuerza laboral para reemplazar a los hombres que luchaban en el extranjero. Esto provocó un cambio en los roles tradicionales de género y ayudó a allanar el camino para una mayor igualdad para las mujeres en los años venideros.
La guerra también tuvo un impacto significativo en la política y la política exterior estadounidenses. Estados Unidos emergió de la guerra como una importante potencia mundial, y la guerra ayudó a moldear el papel del país en los asuntos internacionales en los años siguientes. La guerra también provocó un aumento del aislacionismo, ya que muchos estadounidenses llegaron a creer que Estados Unidos debería mantenerse al margen de los conflictos europeos. Sin embargo, la guerra también tuvo un impacto duradero en el patriotismo y la identidad nacional estadounidenses, y ayudó a unificar al país frente a un enemigo común.