La guerra desvió la atención del público de las cuestiones internas y se centró en el esfuerzo bélico. Muchos de los líderes más destacados de la Era Progresista, como Theodore Roosevelt y Woodrow Wilson, se involucraron en el esfuerzo bélico y la atención del gobierno se centró en movilizarse para la guerra. Como resultado, muchas de las reformas que se habían promulgado durante la Era Progresista quedaron en suspenso o se abandonaron por completo.
Además, la guerra tuvo un profundo impacto en la economía y la sociedad, lo que llevó a un período de rápidos cambios y agitación. Después de la guerra, Estados Unidos entró en un período de prosperidad económica conocido como los "locos años veinte". Este período se caracterizó por un aumento significativo del gasto de los consumidores, un auge del mercado de valores y una sensación general de optimismo. Sin embargo, los locos años veinte llegaron a un final abrupto con la caída del mercado de valores de 1929 y el inicio de la Gran Depresión, que trajo consigo un nuevo conjunto de desafíos y prioridades para la nación.