Recuerdos de la Primera Guerra Mundial: Las traumáticas experiencias de la Primera Guerra Mundial, que se cobraron millones de vidas e infligieron daños económicos sustanciales, hicieron que los estadounidenses desconfiaran de los enredos extranjeros y los conflictos militares. El aislacionismo surgió como una reacción contra los costos de la guerra y el deseo de evitar devastaciones similares en el futuro.
Desilusión con la Sociedad de Naciones: La Sociedad de Naciones, establecida después de la Primera Guerra Mundial para promover la paz y la cooperación internacionales, no logró prevenir conflictos de manera efectiva. Esta decepción minó la confianza estadounidense en la capacidad de las organizaciones internacionales para resolver disputas y mantener la paz mundial.
Deseo de enfoque nacional: Los aislacionistas argumentaron que Estados Unidos debería priorizar las cuestiones internas y el desarrollo económico en lugar de intervenir en los asuntos exteriores. Creían que Estados Unidos tenía suficientes recursos y desafíos internos para abordar sin involucrarse en conflictos en el extranjero.
Auge del pacifismo: Una parte importante de la población estadounidense tenía creencias pacifistas y se oponía a la guerra como medio para resolver conflictos. Los pacifistas abogaban por alternativas no violentas, negociaciones diplomáticas e influencia moral como enfoques preferibles para las relaciones internacionales.
Sospechas de imperialismo: Los aislacionistas veían a las potencias europeas y a Japón como naciones imperialistas que competían por colonias y explotaban a otros países por sus recursos. Temían que la participación estadounidense en conflictos internacionales pudiera llevar a enredos con estas potencias imperialistas y comprometer la soberanía e independencia del país.
Sentimiento antiintervencionista: Muchos estadounidenses tenían una tradición antiintervencionismo profundamente arraigada, que se remonta a los principios fundacionales de la nación. Creían que Estados Unidos debería evitar intervenciones extranjeras y permanecer al margen de las disputas entre otros países para preservar su propia autonomía y evitar riesgos innecesarios.