El gobierno inglés no tenía una política coherente hacia las colonias y su actitud hacia ellas cambió con el tiempo. En los primeros años de la colonización, el gobierno inglés fue relativamente no intervencionista y las colonias quedaron en gran medida gobernadas por sí mismas. Sin embargo, a medida que las colonias crecieron en tamaño e importancia, el gobierno inglés se involucró más en sus asuntos. Esto provocó una serie de conflictos entre las colonias y el gobierno inglés, incluida la Revolución Americana.