Estados Unidos había deseado durante mucho tiempo Alaska, viéndola como una fuente de recursos valiosos y una ubicación estratégica para fines militares. Sin embargo, el gobierno ruso inicialmente se mostró reacio a vender el territorio. Las negociaciones comenzaron en serio en 1867, cuando William H. Seward, secretario de Estado de Estados Unidos durante la presidencia de Andrew Johnson, inició conversaciones con funcionarios rusos.
El Tratado de Compra de Alaska
Después de más de un año de negociaciones, Estados Unidos y Rusia llegaron a un acuerdo. El 30 de marzo de 1867, las dos naciones firmaron el Tratado de Compra de Alaska, también conocido como Tratado de Cesión. El tratado estipulaba que Estados Unidos pagaría a Rusia 7.200.000 dólares en oro por la transferencia de Alaska. Esto equivalía aproximadamente a dos centavos por acre o 0,02 dólares por acre.
Debate y Aprobación
La compra de Alaska provocó reacciones encontradas en Estados Unidos. Algunas personas, como el presidente Johnson, el secretario Seward y otros políticos, se mostraron entusiasmados con la adquisición. Vieron a Alaska como un territorio vasto y rico en recursos que beneficiaría enormemente a Estados Unidos.
Otros criticaron la compra, argumentando que era un gasto innecesario y que el terreno no valía nada y era inhabitable. Muchos se refirieron a ella como "la locura de Seward" o "la nevera de Seward", burlándose de la defensa del secretario Seward a favor de la adquisición.
A pesar de estas críticas, el Senado de los Estados Unidos finalmente ratificó el Tratado de Compra de Alaska el 9 de abril de 1867, con una votación de 37 a 2. Luego, el presidente Johnson proclamó oficialmente la transferencia de Alaska a los Estados Unidos el 18 de octubre de 1867, cuando la bandera estadounidense Se crió en Sitka (entonces llamado Nuevo Arcángel).
Importancia
Muchos historiadores han considerado la compra de Alaska como una inversión inteligente por parte de Estados Unidos. Alaska resultó ser mucho más valiosa de lo previsto inicialmente. Posee abundantes recursos naturales, incluidos petróleo, gas, minerales, madera y pesca, que han contribuido significativamente a la economía estadounidense. Además, la ubicación estratégica de Alaska ha desempeñado un papel crucial en los asuntos militares y geopolíticos.
Aunque la compra fue inicialmente controvertida, la gran mayoría de los estadounidenses finalmente llegaron a apreciar los beneficios que trajo a la nación. Alaska se ha convertido en una parte integral de los Estados Unidos y sus contribuciones a la economía, la cultura y la identidad del país la han convertido en un activo valioso.