Por otro lado, la relación entre los dos países no estuvo exenta de tensiones. Los líderes australianos en ocasiones se sintieron frustrados por lo que percibieron como arrogancia y negligencia estadounidenses. Australia estaba ansiosa por hacer su propia contribución al esfuerzo bélico, pero los comandantes estadounidenses a menudo trataban a las tropas australianas como secundarias frente a las fuerzas estadounidenses. También hubo cierto resentimiento en Australia por el hecho de que Estados Unidos pudiera dedicar muchos más recursos a la guerra que Australia.
A pesar de estas tensiones, la relación entre Australia y Estados Unidos se mantuvo sólida durante toda la guerra. Los dos países compartían una causa común al derrotar a Japón y sabían que se necesitaban mutuamente para lograr ese objetivo. La cooperación entre Australia y Estados Unidos fue esencial para la victoria aliada en el Pacífico y ayudó a forjar una amistad duradera entre las dos naciones.