No hay duda de que el ataque no fue provocado y que los israelíes sabían que estaban atacando un buque de la Armada estadounidense. Aunque los israelíes inicialmente se disculparon y culparon a las malas comunicaciones, el gobierno estadounidense finalmente concluyó que el ataque fue intencionado y que los israelíes lo habían llevado a cabo después de decidir que el barco era en realidad un barco soviético. A pesar de que un tribunal de investigación oficial de la Marina de los EE. UU. confirmó esta conclusión, los EE. UU. no tomaron medidas punitivas contra Israel, sino que proporcionaron amplia asistencia financiera y garantías diplomáticas para aplacar a los israelíes.