La Doctrina Monroe tenía dos propósitos principales:proteger a las naciones latinoamericanas recién independizadas de la intervención europea y promover los propios intereses económicos y políticos de Estados Unidos en las Américas. Al impedir que las potencias europeas intervinieran en América Latina, Estados Unidos podría garantizar que estos países siguieran abiertos al comercio y la inversión estadounidenses. La doctrina también sirvió para disuadir a las potencias europeas de expandir sus territorios en las Américas, lo que habría planteado una amenaza a la propia seguridad de Estados Unidos.
La Doctrina Monroe fue controvertida cuando se anunció por primera vez y lo ha seguido siendo desde entonces. Algunos críticos han argumentado que es un ejemplo del imperialismo estadounidense y que ha sido utilizado para justificar intervenciones en América Latina. Otros han argumentado que es una política necesaria para proteger los intereses de Estados Unidos y evitar que las potencias europeas recuperen su influencia en las Américas.
A pesar de la controversia, la Doctrina Monroe ha sido la piedra angular de la política exterior estadounidense durante casi dos siglos. Ha ayudado a dar forma al panorama político de las Américas y sigue siendo un principio importante de la política exterior estadounidense en la actualidad.