La Ley Declaratoria fue aprobada por el Parlamento británico en 1766 en respuesta a las crecientes tensiones entre Gran Bretaña y sus colonias americanas. La ley tenía como objetivo aclarar que el Parlamento británico tenía derecho a dictar leyes para las colonias en todos los casos, incluso si esas leyes no se mencionaban explícitamente en los estatutos de las colonias.
Muchos colonos vieron la Ley Declaratoria como una violación de sus derechos como súbditos británicos. Argumentaron que sólo tenían derecho a pagar impuestos sus propios representantes electos. La aprobación de la Ley Declaratoria ayudó a alimentar el creciente descontento con el dominio británico en las colonias y contribuyó al estallido de la Revolución Americana en 1775.