La fabricación de textiles fue una de las primeras industrias en adoptar el sistema fabril, debido a las ventajas de organizar la producción en una ubicación centralizada. El sistema fabril permitió aumentar la productividad, así como el uso de nuevas tecnologías y métodos que no eran posibles en talleres de pequeña escala.
El desarrollo de métodos industriales de fabricación de textiles, como el hilado y el telar mecánico, aceleró aún más el crecimiento del sistema fabril. Estos nuevos métodos hicieron posible producir textiles de forma más rápida y económica, lo que provocó una mayor demanda de productos fabricados en fábrica.
El crecimiento del sistema fabril, a su vez, creó una demanda de nuevos métodos de fabricación textil. Esto condujo a una mayor innovación en la industria textil, a medida que los inventores desarrollaron nuevas formas de mejorar la eficiencia y la productividad de la producción textil.
La relación entre el desarrollo de los métodos industriales de fabricación de textiles y el sistema fabril fue, por tanto, de refuerzo mutuo. Cada desarrollo condujo al crecimiento del otro, creando un ciclo de innovación y crecimiento que revolucionó la industria textil.