La crisis de Bosnia de 1908 y las dos guerras de los Balcanes de 1912-1913 habían intensificado la animosidad entre Rusia y Austria-Hungría, esta última respaldada por su aliado alemán.
El 28 de junio de 1914, el archiduque Francisco Fernando, heredero del trono austrohúngaro, fue asesinado en Sarajevo, capital de Bosnia-Herzegovina (ahora parte de Bosnia y Herzegovina), una provincia de Austria-Hungría. El asesino fue Gavrilo Princip, un serbio de Bosnia y miembro de la Mano Negra, una sociedad secreta nacionalista serbia.
Austria-Hungría lanzó un ultimátum a Serbia, exigiéndole que castigara a los responsables del asesinato y tomara medidas para evitar incidentes similares en el futuro. Serbia aceptó la mayoría de las demandas pero rechazó algunas, y Austria-Hungría declaró la guerra a Serbia el 28 de julio de 1914.
Rusia, como protectora de Serbia, comenzó a movilizar su ejército y se le unió Francia, su aliada. Alemania, en apoyo de Austria-Hungría, declaró la guerra a Rusia y Francia, y el 1 de agosto de 1914 invadió Francia a través de Bélgica, involucrando a Gran Bretaña en la guerra.
Así, el asesinato del archiduque Francisco Fernando fue el detonante inmediato que desencadenó una cadena de acontecimientos que condujeron al estallido de la Primera Guerra Mundial.