La Primera Guerra Mundial marcó un cambio significativo en la guerra con la adopción generalizada de armas y tecnologías industrializadas. La producción en masa de artillería pesada, ametralladoras, tanques y armas químicas provocó niveles de destrucción y bajas sin precedentes.
Mecanización:
La introducción de tanques, aviones y otras plataformas de guerra mecanizadas revolucionó las operaciones de combate. Estas máquinas ofrecían mayor potencia de fuego, movilidad y protección, lo que conducía a ataques más eficientes y devastadores contra posiciones enemigas.
Guerra de trincheras:
La guerra vio el uso extensivo de sistemas de trincheras, que a menudo se extendían por cientos de kilómetros. Los soldados soportaron duras condiciones, enfermedades y bombardeos constantes mientras estaban confinados en estas trincheras estrechas e insalubres. La guerra de trincheras resultó en batallas prolongadas y altas tasas de bajas.
Armas químicas:
Por primera vez en la historia se emplearon a gran escala armas químicas, como el cloro y el gas mostaza. Estos agentes infligieron sufrimientos inimaginables y heridas espantosas, lo que provocó muertes prolongadas y graves complicaciones de salud.
Larga duración:
La Primera Guerra Mundial duró cuatro largos años, de 1914 a 1918. La prolongada duración de la guerra significó que la destrucción, la pérdida de vidas y el trauma continuaran durante un período prolongado, exacerbando los horrores y las dificultades que enfrentaron tanto los soldados como los civiles.
Pérdida de vidas:
La magnitud de las pérdidas humanas en la Primera Guerra Mundial no tuvo precedentes. Se estima que 17 millones de soldados y civiles murieron durante la guerra. Millones más resultaron heridos, muchos de ellos con discapacidades que alteran sus vidas. La guerra dejó destrozadas a generaciones enteras de familias e innumerables comunidades devastadas.