El apaciguamiento a menudo se considera un enfoque controvertido en las relaciones internacionales, ya que puede percibirse como un signo de debilidad o falta de resolución. También puede verse como una forma de recompensar la agresión y envalentonar al agresor, lo que podría conducir a nuevas demandas o conflictos en el futuro. Sin embargo, el apaciguamiento puede considerarse una estrategia necesaria en determinadas situaciones, como cuando los riesgos y las consecuencias de la confrontación se consideran demasiado altos o cuando se necesita tiempo para prepararse para una respuesta más eficaz.
En contextos históricos, el apaciguamiento se ha vinculado a acontecimientos como el Acuerdo de Munich de 1938, donde las potencias europeas hicieron concesiones a la Alemania nazi en un intento de evitar la guerra, y la política de contención de Estados Unidos durante la Guerra Fría.