En 1794, cuando estalló la Rebelión del Whisky en el oeste de Pensilvania, Washington dirigió personalmente una fuerza de milicia para sofocar el levantamiento. Creía que la rebelión era un desafío directo a la autoridad del gobierno federal y que había que sofocarla rápida y firmemente. Las acciones de Washington tuvieron éxito y la rebelión fue rápidamente derrotada.
La respuesta de Washington a la Rebelión del Whisky sentó un precedente para futuros presidentes. Cuando se enfrentaban a rebeliones, los presidentes a menudo tomaban medidas rápidas para reprimirlas, utilizando la fuerza militar si era necesario. Este enfoque fue en general eficaz para mantener el orden y evitar que se extendieran las rebeliones.