- Industrialización y avances tecnológicos: La revolución industrial aumentó drásticamente la producción y la disponibilidad de recursos, y la mejora de los sistemas de transporte permitió una rápida movilización. Como resultado, las naciones pudieron sostener las campañas de guerra total prolongadas y que consumían muchos recursos.
- Nacionalismo: Los crecientes sentimientos nacionalistas crearon un mayor sentido de identidad y competencia nacional. Muchos países percibieron la guerra total como necesaria para defender sus intereses, territorios y prestigio nacional.
- Evolución de las estrategias militares: El desarrollo de nuevas estrategias y tácticas militares, como la guerra de trincheras, los submarinos y los ataques aéreos, desdibujó la distinción entre objetivos civiles y militares, haciendo que la guerra total fuera casi inevitable.
- Propaganda de guerra total: Los gobiernos utilizaron campañas de propaganda para presentar al enemigo como una amenaza a la seguridad y la supervivencia nacionales, justificando las medidas extremas de la guerra total.
- Legado de la Primera Guerra Mundial: La brutalidad y el enorme costo humano de la Primera Guerra Mundial demostraron el potencial destructivo de la guerra moderna, lo que llevó a muchas naciones a creer que la guerra total era la única manera de lograr una victoria decisiva.
- Tensiones geopolíticas: Las rivalidades políticas globales y la competencia por los recursos también impulsaron la aceptación de la guerra total como medio para lograr el dominio estratégico sobre los adversarios.
- Conflictos ideológicos: La difusión de ideologías como el fascismo y el comunismo, que abogaban por la movilización total de la sociedad con fines políticos, contribuyó aún más a la aceptación de la guerra total.
Estos factores se combinaron para dar forma a una mentalidad en la que la guerra total se consideraba una opción legítima y necesaria para asegurar los intereses nacionales, incluso a expensas de una destrucción generalizada y un sufrimiento civil.