Es esencial reconocer que la esclavitud era una práctica brutal y deshumanizante, independientemente de quién fuera el propietario de los individuos esclavizados. Los horrores de la esclavitud no pueden justificarse ni excusarse señalando las acciones de unos pocos propietarios de esclavos negros. La gran mayoría de las personas esclavizadas fueron sometidas a violencia, explotación y privación de derechos humanos básicos, independientemente de la raza o etnia de sus dueños.