Cesarión nació en el año 47 a. C. e inicialmente se llamó Ptolomeo XIV. Aún así, después del asesinato de César en el 44 a. C., Cleopatra lo rebautizó como Ptolomeo XV Cesarión. Este cambio de nombre destacó su conexión con César y probablemente tenía como objetivo asegurar su sucesión.
César reconoció a Cesarión como su hijo, aunque algunos políticos romanos cuestionaron su legitimidad. Se alegó que Cleopatra tenía otros amantes y que Cesarión podría no haber estado relacionado biológicamente con él. A pesar de estas dudas, César incluyó a Cesarión en su testamento y lo designó como heredero potencial de su vasta riqueza y poder.
Después de la muerte de César, Cleopatra regresó a Egipto con Cesarión. Gobernó como una monarca poderosa y buscó mantener su independencia de Roma. Tras la derrota de Marco Antonio y Cleopatra en la batalla de Actium en el 31 a. C., Octavio (más tarde conocido como emperador Augusto) se convirtió en el nuevo gobernante de Roma.
Octavio dudaba en permitir que Cesarión siguiera viviendo como hijo de Cleopatra y potencial sucesor. Temía la amenaza de un rival que pudiera afirmar tener una conexión con César y desafiar su autoridad. En consecuencia, Octaviano ordenó la ejecución de Cesarión poco después de la muerte de Cleopatra en el año 30 a.C.
La breve vida de Cesarión destaca el complejo panorama político de la República Romana tardía y los esfuerzos de Cleopatra por asegurar el futuro de Egipto. A pesar de su desafortunado destino, la importancia histórica de Cesarión surge de su conexión con dos figuras poderosas:Julio César y Cleopatra, cuyo reinado marcó el fin del antiguo Egipto como reino independiente.