La popularidad de César entre el pueblo romano y sus victorias militares le permitieron acumular poder e influencia significativos, a pesar de la oposición de algunos elementos del Senado. Sin embargo, la idea de convertirse en dictador perpetuo era controvertida y probablemente habría enfrentado una fuerte resistencia por parte de muchos senadores y oponentes políticos. César fue asesinado en los idus de marzo (15 de marzo) del año 44 a. C. por un grupo de conspiradores, entre ellos varios senadores notables, antes de que se pudiera hacer tal declaración.