Las bombas atómicas, por otra parte, son mucho menos poderosas que la Bomba del Zar. Las bombas atómicas que fueron lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki tuvieron una potencia de aproximadamente 15 kilotones y 21 kilotones de TNT, respectivamente. Estas bombas causaron importantes daños y pérdidas de vidas, pero sus efectos fueron mucho más localizados que los de la Tsar Bomba.
En términos de poder destructivo, la Tsar Bomba es claramente el arma más poderosa. Sin embargo, las bombas atómicas siguen siendo armas muy poderosas que pueden causar una destrucción generalizada. El uso de armas nucleares, independientemente de su tamaño o potencia, tiene graves consecuencias humanitarias y ambientales y es ampliamente condenado por la comunidad internacional.