Ishi fue encontrado inicialmente por dos trabajadores de la Universidad de California, Berkeley. Estaban buscando artefactos cuando lo vieron en el borde del campus. Inicialmente vacilante, Ishi se acercó a ellos con cautela y finalmente lo convencieron de ir con ellos a la universidad.
Al principio, Ishi se sintió abrumado por las imágenes y los sonidos del mundo civilizado. No podía comprender la idea de edificios, automóviles o cualquier tecnología moderna que lo rodeara. Le fascinaban especialmente las luces eléctricas y el agua corriente, que nunca antes había visto.
A Ishi también le sorprendió la forma en que las personas interactuaban entre sí. No estaba acostumbrado a la idea de hablar con extraños y al principio se sentía incómodo con la cantidad de atención que recibía. Sin embargo, poco a poco se fue relajando y empezó a aprender más sobre el mundo que le rodeaba.
Ishi permaneció con los antropólogos de UC Berkeley durante varios años y se convirtió en una valiosa fuente de información sobre la cultura y el modo de vida de su tribu. Compartió historias sobre sus prácticas de caza y recolección, sus costumbres y sus creencias. También les enseñó sobre el idioma Yahi y les ayudó a comprender el significado de sus artefactos.
El encuentro de Ishi con el mundo civilizado fue una experiencia profunda para él. Aprendió mucho sobre el mundo exterior y también ayudó a otros a aprender sobre la cultura de su tribu. Su historia es un testimonio de la resiliencia del espíritu humano, incluso frente a cambios inimaginables.