Estas son algunas de las formas específicas en que el imperialismo en África y Asia contribuyó a la Primera Guerra Mundial:
* La lucha por África: A finales del siglo XIX, las potencias europeas se involucraron en una loca lucha para dividirse África entre ellas. Esta competencia por el territorio condujo a varios conflictos, incluida la crisis de Fashoda de 1898, que casi llevó a Francia y Gran Bretaña a la guerra.
* La Guerra de los Bóers: De 1899 a 1902, los británicos libraron una guerra sangrienta contra los bóers, un grupo de colonos holandeses en Sudáfrica. La guerra supuso una pérdida importante de recursos y prestigio británicos, y también creó tensiones entre Gran Bretaña y Alemania, que apoyaba a los bóers.
* La guerra ruso-japonesa: En 1904, Rusia y Japón entraron en guerra por el control de Manchuria y Corea. La guerra fue una gran victoria para Japón y demostró que las potencias asiáticas eran capaces de derrotar a las potencias europeas. Esto alteró el equilibrio de poder en Europa y provocó un aumento de las tensiones entre Rusia y Alemania.
* La primera crisis marroquí: En 1905, Alemania y Francia casi entraron en guerra por el control de Marruecos. La crisis se resolvió pacíficamente, pero aumentó aún más las tensiones entre los dos países.
* La Segunda Crisis Marroquí: En 1911, Alemania y Francia estuvieron nuevamente a punto de entrar en guerra por Marruecos. Esta vez, la crisis se resolvió mediante negociaciones diplomáticas, pero dejó a ambos países con un sentimiento de amargura y resentimiento.
Las tensiones creadas por el imperialismo en África y Asia fueron un factor importante que contribuyó al estallido de la Primera Guerra Mundial. La guerra comenzó en 1914 cuando Austria-Hungría declaró la guerra a Serbia tras el asesinato del archiduque Francisco Fernando. Sin embargo, las causas subyacentes de la guerra se habían ido acumulando durante años, y la competencia por las colonias y los recursos en África y Asia era una parte importante de ello.