Las Guerras Ridda duraron varios meses y causaron malestar generalizado en Arabia. Varias figuras musulmanas destacadas, entre ellas Khalid ibn al-Walid, Ali ibn Abi Talib y Abu Ubaidah ibn al-Jarrah, desempeñaron papeles clave en la represión de la rebelión y en la recuperación de las tribus bajo el control del Estado Islámico.
La derrota de las tribus rebeldes consolidó la autoridad del califa en Medina y aseguró la supervivencia del naciente Estado musulmán. También allanó el camino para la rápida expansión del imperio islámico, a medida que los musulmanes centraron su atención en conquistas fuera de Arabia.