Primero, Hussein era visto como un líder fuerte y carismático que se enfrentó a Occidente. Se negó a ceder ante la presión estadounidense y no tuvo miedo de hablar en contra de Israel. Esto lo convirtió en una figura popular entre los árabes que sentían que Estados Unidos e Israel estaban atacando injustamente al mundo árabe.
Segundo, Hussein era visto como un defensor del nacionalismo árabe. Creía que todos los árabes deberían estar unidos en una sola nación y trabajó para promover la unidad árabe. Esto lo convirtió en una figura popular entre los árabes que sentían que el mundo árabe estaba siendo dividido y debilitado por potencias extranjeras.
Tercero, Hussein era visto como un partidario de la causa palestina. Fue uno de los pocos líderes árabes que apoyó abiertamente el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación y brindó asistencia financiera y militar a la Organización de Liberación de Palestina (OLP). Esto lo convirtió en una figura popular entre los árabes que sentían que Israel y Estados Unidos estaban maltratando al pueblo palestino.
Cuarto, Hussein era visto como un hombre íntegro y honesto. No tenía miedo de decir lo que pensaba y no tenía miedo de defender lo que creía. Esto lo convirtió en una figura popular entre los árabes que sentían que otros líderes eran corruptos y egoístas.
Quinto, Hussein era visto como un hombre piadoso y religioso. Era un musulmán devoto y hablaba a menudo de la importancia del Islam en la sociedad árabe. Esto lo convirtió en una figura popular entre los árabes que sentían que el Islam era la base de la identidad árabe.
Por supuesto, Hussein también fue una figura controvertida. Fue acusado de ser un dictador y culpado de la muerte de miles de personas. Sin embargo, a pesar de estas controversias, siguió siendo una figura popular en el mundo árabe hasta su muerte en 2006.