Los emperadores chinos justificaron su pretensión de poder mediante el concepto del Mandato del Cielo. El Mandato del Cielo era la creencia de que el emperador gobernaba con la bendición y aprobación del cielo. Se creía que el emperador era elegido por el cielo para gobernar al pueblo y que tenía el deber de mantener la armonía y el orden en la tierra. Mientras el emperador cumpliera con su deber, conservaría el Mandato del Cielo, pero si no lo hacía, se creía que perdería el favor del cielo y el pueblo tendría derecho a derrocarlo.
El Mandato del Cielo fue una poderosa herramienta ideológica para los emperadores chinos. Ayudó a legitimar su gobierno y a mantener la estabilidad social. También proporcionó a los emperadores una brújula moral, ya que se esperaba que gobernaran de acuerdo con los principios del cielo.