El aumento de la producción durante la Primera Guerra Mundial necesitó más empleados, especialmente en las industrias del acero y la minería.
La inflación durante la guerra erosionó los salarios reales, lo que provocó pedidos de salarios más altos y otros beneficios por parte de los empleados y sindicatos.
La guerra estimuló el desarrollo de nuevas industrias, en particular la fabricación de aviones y la construcción naval, que proporcionaron nuevas oportunidades de empleo.
El Departamento de Guerra exigió a las empresas que crearan comités de taller compuestos tanto por la dirección como por los empleados para gestionar los problemas relacionados con el trabajo, fomentando la cooperación entre las dos partes.
El gobierno de Estados Unidos reconoció a los sindicatos como entidades legítimas para negociar colectivamente y mejorar las condiciones laborales durante la Primera Guerra Mundial.