A medida que Roma conquistó más territorio, su ejército se volvió más poderoso e influyente. Los generales que dirigían estos ejércitos a menudo se hicieron ricos y poderosos, y comenzaron a verse a sí mismos como rivales del Senado romano. Esto condujo a una serie de guerras civiles, en las que diferentes generales lucharon por el control de la República Romana.