Constitucionalidad: Algunos cuestionaron la constitucionalidad de la compra. La Constitución no otorgaba explícitamente a la autoridad federal la compra de territorio extranjero. Los críticos sugirieron que la adquisición violaba el principio de separación de poderes y argumentaron que sólo una enmienda podría permitir tal compra.
Tensiones seccionales: La compra creó tensiones entre los estados del norte y del sur. Los sureños, principalmente plantadores y agricultores que dependían de la mano de obra esclava, vieron la adquisición como una expansión potencial de los territorios esclavizados y un fortalecimiento de su influencia política. A los norteños, en su mayoría involucrados en el comercio y la industria, les preocupaba que la admisión de nuevos estados esclavistas alterara el equilibrio político y sus intereses económicos.
Derechos de los nativos americanos: La compra ignoró los derechos de las tribus nativas americanas que habitaban las tierras adquiridas. Los nuevos territorios albergaron numerosas naciones nativas americanas con prácticas culturales y reclamos territoriales establecidos. El desplazamiento forzado y la invasión de sus territorios provocaron conflictos y resistencia de varias tribus, lo que provocó enfrentamientos con los colonos y el gobierno de Estados Unidos.
Financiamiento: La compra ejerció presión sobre el presupuesto federal. El precio de compra de 15 millones de dólares era una suma sustancial para el gobierno en aquel momento. Los opositores argumentaron que tal gasto era innecesario y que había necesidades internas más apremiantes.
Implicaciones en política exterior: La compra tensó las relaciones con otras potencias europeas, particularmente España. España reclamó algunas de las tierras adquiridas por Estados Unidos en la compra, lo que generó disputas sobre límites territoriales y la posibilidad de conflictos armados. También complicó las relaciones con Francia, ya que se temía que Napoleón pudiera exigir una mayor compensación o incumplir el acuerdo.
Especulación del suelo: La compra impulsó la especulación territorial y aumentó la demanda de expansión hacia el oeste. La apertura de tierras vastas y fértiles atrajo a colonos y especuladores a aventurarse hacia el oeste, lo que provocó conflictos con las naciones nativas americanas, desafíos ambientales y tensiones con las potencias europeas vecinas.
Abordar estas cuestiones requirió negociaciones diplomáticas, compromisos políticos y justificaciones legales. En última instancia, la Compra de Luisiana moldeó el curso de la historia de Estados Unidos y tuvo profundos impactos en el crecimiento territorial, la dinámica política y las relaciones de la nación con sus habitantes y naciones extranjeras.