La Declaración de Independencia se centra principalmente en los derechos y libertades de los individuos y la justificación de la Revolución Americana. No profundiza en políticas específicas sobre la relación entre iglesia y estado. Más bien, establece el principio de que todos los individuos tienen ciertos derechos inalienables, incluida la libertad de conciencia y el libre ejercicio de la religión.
La frase "separación de la Iglesia y el Estado" no se encuentra en la Declaración de Independencia, pero el documento refleja un sentimiento general de tolerancia y libertad religiosa. Reconoce la importancia de la libertad religiosa y la necesidad de proteger los derechos de las personas a practicar el culto según sus creencias.
Vale la pena señalar que el concepto de separación de la Iglesia y el Estado se desarrolló gradualmente a lo largo del tiempo en la historia de Estados Unidos y estuvo influenciado por varios factores, incluida la diversidad religiosa de las colonias y las experiencias de persecución religiosa en Europa. La Primera Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, que fue adoptada en 1791, aborda explícitamente la separación de la iglesia y el Estado, prohibiendo al gobierno establecer una religión estatal o interferir con el libre ejercicio de la religión.