A medida que las ciudades crecieron rápidamente a finales del siglo XIX, se volvieron cada vez más superpobladas. Esto generó una serie de problemas, entre ellos:
- Malas condiciones de vivienda. Muchas personas se vieron obligadas a vivir en apartamentos o casas de vecindad pequeños y hacinados que carecían de saneamiento y ventilación adecuados.
- Aumento de la propagación de enfermedades. Las condiciones de vida cercanas en las zonas urbanas facilitaron la propagación de enfermedades, lo que provocó brotes de cólera, tifus y tuberculosis.
- Crimen. El hacinamiento y la pobreza en las zonas urbanas provocaron un aumento de la delincuencia, incluidos el robo, la violencia y la prostitución.
- Contaminación. La rápida industrialización de las ciudades también provocó un aumento de la contaminación, que degradó aún más la calidad de vida de los residentes urbanos.