En la década de 1960 se descubrieron más pruebas de la presencia vikinga en el Nuevo Mundo cuando los arqueólogos descubrieron un sitio en Terranova conocido como L'Anse aux Meadows. Este sitio contenía los restos de un asentamiento vikingo, incluidas casas comunales, talleres y otros artefactos. El descubrimiento de L'Anse aux Meadows apoyó firmemente la idea de que los vikingos habían viajado y se habían asentado en América del Norte.
Si bien no hay pruebas definitivas de que los vikingos llegaron específicamente a Manhattan, algunos estudiosos creen que es posible que se hayan aventurado más al sur a lo largo de la costa. El río Hudson, que atraviesa la ciudad de Nueva York y desemboca en el Océano Atlántico, habría sido una vía fluvial natural para que lo exploraran los vikingos.
Sin embargo, es importante señalar que el alcance exacto de la exploración vikinga en América del Norte sigue siendo un tema de investigación y debate entre historiadores y arqueólogos.