Falta de capacidades analíticas: La comunidad de inteligencia tuvo dificultades para analizar e interpretar la inteligencia disponible, lo que llevó a no reconocer la importancia de ciertas advertencias e indicadores de amenazas potenciales.
Centrarse demasiado en las amenazas tradicionales: El FBI y la CIA se centraron principalmente en amenazas tradicionales como el espionaje soviético y el terrorismo de grupos como Al Qaeda, y no se prestó suficiente atención a la amenaza emergente del terrorismo interno.
Injerencia política: Hubo acusaciones de que consideraciones políticas influyeron en las evaluaciones de inteligencia y en la toma de decisiones, lo que llevó a restar importancia a la amenaza del terrorismo antes de los ataques.
Limitaciones de recursos: Las agencias de inteligencia enfrentaban limitaciones de recursos y prioridades contrapuestas, lo que afectaba su capacidad para recopilar y analizar inteligencia de manera efectiva sobre amenazas potenciales.