Si bien Estados Unidos tenía una presencia significativa en el Caribe, su atención se centró principalmente en proteger sus propios intereses y asegurar ubicaciones estratégicas, en lugar de anexar territorios directamente. Las intervenciones en Haití y Santo Domingo estuvieron impulsadas principalmente por preocupaciones sobre la estabilidad política y la protección de los ciudadanos y los intereses económicos estadounidenses.