Al mismo tiempo, la guerra global contra el terrorismo también condujo a una mayor vigilancia y medidas de seguridad dentro de Estados Unidos. La Ley Patriota, que se aprobó poco después del 11 de septiembre, otorgó al gobierno nuevos y amplios poderes para recopilar información de inteligencia y escuchar comunicaciones telefónicas. El Departamento de Seguridad Nacional también se creó en respuesta al 11 de septiembre, y la Administración de Seguridad del Transporte (TSA) recibió la tarea de mejorar la seguridad en los aeropuertos y otros centros de transporte. Estas medidas han sido controvertidas y algunos críticos argumentan que violan las libertades civiles y los derechos de privacidad.
La guerra global contra el terrorismo también ha tenido un impacto significativo en la política exterior estadounidense. Estados Unidos se ha centrado más en los esfuerzos antiterroristas y ha utilizado cada vez más la fuerza militar para lograr sus objetivos. Esto ha llevado a relaciones tensas con algunos países, incluidos Pakistán e Irán, que han sido acusados de apoyar el terrorismo.
Algunos expertos sostienen que la guerra global contra el terrorismo ha hecho que Estados Unidos sea menos seguro, al crear nuevas amenazas terroristas y alienar a aliados potenciales. Otros sostienen que ha sido necesario proteger a Estados Unidos de nuevos ataques y que las medidas adoptadas estaban justificadas. La guerra global contra el terrorismo es una cuestión compleja que no tiene respuestas fáciles y seguirá siendo debatida en los años venideros.