A continuación se muestran algunos aspectos de la Proclamación Real de 1763 que los canadienses consideraron objetables:
1. El establecimiento del derecho y el sistema jurídico británico :
La proclamación introdujo el derecho consuetudinario inglés y el sistema legal británico en Canadá, reemplazando el derecho civil y las costumbres legales francesas existentes. Este cambio fue impopular entre los canadienses, que estaban acostumbrados a sus propias tradiciones legales y sentían que se ignoraban sus derechos y costumbres.
2. Restricciones a las prácticas religiosas :
Aunque la proclamación garantizaba la libertad de culto, también prohibía la práctica pública de la religión católica romana, que era la fe dominante entre los canadienses. Esta limitación de la libertad religiosa fue una fuente de descontento y frustración para la comunidad católica.
3. Políticas de suelo :
La proclamación introdujo nuevas regulaciones sobre la propiedad de la tierra y el asentamiento, que diferían de las prácticas francesas existentes. Estos cambios, como el requisito de que las concesiones de tierras fueran aprobadas por el gobernador británico, generaron preocupación entre los canadienses que sentían que sus derechos sobre la tierra estaban siendo comprometidos.
4. Ausencia de gobierno representativo :
La proclamación no preveía una asamblea representativa ni ninguna forma de autogobierno para la colonia de Canadá. En cambio, estableció una administración centralizada bajo la autoridad del gobernador británico y funcionarios designados. Los canadienses deseaban tener más voz en su propio gobierno y resentían la falta de participación política.
5. Restricciones de idioma :
La proclamación convirtió al inglés en el idioma oficial de la colonia, lo que marginó la lengua y la cultura francesas. Esto planteó desafíos para los canadienses a la hora de llevar a cabo procedimientos legales, acceder a la educación y participar en los asuntos públicos.
En general, los canadienses consideraron ciertas disposiciones de la Proclamación Real de 1763 como infracciones de sus derechos, costumbres y prácticas religiosas tradicionales. Estos agravios contribuirían a crecientes tensiones entre las autoridades británicas y los canadienses, lo que eventualmente conduciría a importantes disturbios políticos y a la Ley de Quebec de 1774, cuyo objetivo era abordar algunas de las preocupaciones planteadas por los canadienses.